La misión educativa del Juan XXIII

La misión educativa del Juan XXIII

Resolución Ministerial No. 42.

El colegio Juan XXIII cumplió 57 años. Por solicitud de monseñor José Armando Gutiérrez Granier, a la sazón obispo auxiliar de La Paz, el ministro de Educación, Ciro Humboldt Barrero, mediante la Resolución Ministerial No. 42, de 16 de enero de 1964, autorizó al Arzobispado de La Paz el funcionamiento del Colegio Particular Internado Episcopal Juan XXIII en la zona de Aranjuez de La Paz “bajo la dirección” del sacerdote diocesano Enrique Coenraest, quien -a partir de aquel año- enfrentó la misión de seleccionar “alumnos internos […] provenientes de todo el país” para sexto de Primaria y, sucesivamente, los seis cursos de Secundaria.

Presumo que Coenraest, tras constatar las paupérrimas condiciones de vida de los centros mineros de Potosí y otras zonas, expuso ante monseñor Gutiérrez Granier un proyecto educativo innovador: seleccionar estudiantes brillantes de los sectores más pobres de todas las regiones de Bolivia para brindarles la oportunidad de una educación humanística de alto nivel, como en los internados europeos.
Inauguración del año académico en 1964, a la derecha Enrique Coenraest.

Monseñor Gutiérrez Granier conocía detalladamente el estado de la educación en Bolivia. Había formado parte desde 1953 de la Comisión Nacional de Reforma de la Educación como representante nada menos del Ministerio de Educación del primer gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Esta comisión logró en 1955 la promulgación del Código de la Educación Boliviana. Gutiérrez Granier era consciente de los esfuerzos del MNR por universalizar los servicios educativos a costa de la calidad de la educación. Por esta razón, respaldó desde el primer instante el proyecto de Coenraest: educar a una élite.

Anticipadamente, con donaciones de las familias de sus parroquias de Jodoigne (Bélgica), Coenraest había construido la infraestructura necesaria en Aranjuez y había equipado el colegio con los enseres indispensables para que los elegidos aprendan en condiciones óptimas. También había seleccionado profesores normalistas de reconocido nivel. El primer grupo, promoción 1970, entre otros, estuvo conformado por: Gualberto Cupé Clemente, Guido Jaimes Vargas, Galo Mamani Taboada, David Mur Reinaga, Fanor Nava Santiesteban, Andrés Echalar Torricos, Lorenzo Calderón Mercado(+) y César Oni Villamor(+).
La promoción 1970 en ocasión de sus Bodas de Oro.

En 1965, cuando Coenraest decidió trasladar al Juan XXIII a Cochabamba por problemas geológicos de la infraestructura de Aranjuez, monseñor Gutiérrez Granier, quien había sido designado obispo de Cochabamba, intercedió ante la familia Gumucio Gutiérrez para que done los terrenos en Villa Granado (Coña Coña) al Colegio Particular Juan XXIII, donde Coenraest, siempre con la ayuda de los feligreses de Jodoigne, repitió su hazaña.

Dieciocho años después, el 27 de enero de 1983, José Samir Makaren Chávez compró 18 hectáreas en Cocaraya para el Colegio Particular Juan XXIII, así reza en las escrituras de transferencia, con dineros de la cooperación internacional. Allí construyeron más ambientes para la expansión de la Pequeña Nueva Bolivia.

Estos antecedentes prueban que el Colegio Privado Juan XXIII tiene una personería jurídica vigente y que su patrimonio material solo responde a fines educativos para beneficio de los sectores más pobres de todas las regiones de Bolivia.

4 comentarios:

  1. Así es, tiene personería jurídica y su patrimonio material, responde a fines educativos, para sectores de escasos recursos. Muchas gracias por el importante aporte a la educación cristiana católica de nuestra Bolivia.

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  2. Creo sinceramente que, más allá de lo jurídico, hoy por hoy, no existe un proyecto educativo "diferente", como en su momento existió y le dió su razón de ser a ese Juancho que amamos....

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  3. Queda bastante claro que la infraestructura de Villa Granado fue cedida por la familia Gumucio para la obra educativa del Juan XXIII, y que más tarde se compraron otros predios, con recursos de donantes principalmente belgas, para el colegio, y no para otros fines. Edwin Alvarado Terrazas

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