Semblanza de un periodista de cepa: Juan Carlos
“Gato” Salazar
A
las 18:35 del jueves 10 de octubre, cuando la noche invade la ciudad, Juan
Carlos Salazar del Barrio descendió de un radiotaxi Ciudad Jardín frente al
portón de la Universidad Privada Abierta Latinoamericana (UPAL), en la avenida
América de Cochabamba. Una colega de Los Tiempos, y yo –tras reconocerlo– nos
aproximamos para ayudarle. “¿Profesor Salazar?”, le pregunté. Mientras pagaba,
me miró, frunció el ceño y respondió lacónicamente: “Sí”. Más tarde, cuando
inauguraba el módulo de Géneros Periodísticos del Diplomado en Redacción y
Edición de Textos de la Fundación para el Periodismo (FPP), aclaró: “Me siento
más periodista que docente”.
Tras
explicar los conceptos de Lorenzo Gomis, Álex Grigelmo y otros teóricos del
periodismo, el sábado 12, durante una entrevista colectiva para cerrar el
módulo, narró el origen de su vocación periodística, su rutilante carrera
profesional y compartió –reflexivo, parco y cuidadoso con sus palabras– algunos
pocos aspectos de su vida familiar.
Juan
Carlos Salazar del Barrio nació el 24 de diciembre,
¡la noche de Navidad!, de 1945
(pronto cumplirá 74 años) en Tupiza, una pequeña ciudad potosina del sureste de
Bolivia. Creció en el seno de una familia católica de clase media formada por Carlos
Eduardo Salazar, su padre, quien trabajaba en un banco, y Elba del Barrio, su
madre. Cuenta que sus hermanos lo apodaron: “Gato”, apelativo con el que sus
amigos lo llaman hasta ahora y sobre el que sonrientemente afirma: “Soy el
único gato con piel de elefante”, por su entereza para enfrentar los desafíos
periodísticos.
Relata
que, tras emigrar su familia a La Paz, aprendió a leer y escribir en el colegio
La Salle de La Paz y que, después, sus papás lo enviaron a Sucre, al internado
del colegio “Del Sagrado Corazón” de los jesuitas, más conocido en la capital
de Bolivia como “Sagrado Corazón de Jesús”, donde obtuvo el bachillerato en
1963 antes de cumplir 18 años.
Entonces
retornó a La Paz para estudiar Ingeniería Geológica en la Universidad Mayor de
San Andrés. Pienso que las minas aledañas a Tupiza constituyen el origen de su
primer proyecto profesional. Cuenta: “Volví a La Paz para estudiar Geología”.
Corría el año 1964.
Salazar
recordó que, mientras esperaba matricularse, buscó un trabajo que le ayude a
costear algunos gastos típicos de los jóvenes de su edad, lo encontró en Fides.
Narra en uno de sus textos: “Un amigo jesuita, Lorenzo Catalá, […], me dijo que
la radio necesitaba un ‘gacetillero’”. Visitó a José Gramunt de Moragas, quien
probó su capacidad para escribir y lo contrató.
Aunque
algunas publicaciones periodísticas lo presentan como cofundador de la agencia,
la plataforma virtual de este medio de comunicación establece: “Agencia de
Noticias Fides (ANF) nació en La Paz (Bolivia), el 5 de agosto de 1963, bajo la
dirección del P. José Gramunt de Moragas, S.J. Al principio funcionó como parte
del departamento informativo de Radio Fides, compartiendo recursos humanos y
tecnológicos”. El periodista Hernán Maldonado, en una semblanza escrita en
noviembre de 2012 para honrar a Gramunt de Moragas tras su fallecimiento, escribió
en su blog Tierra Lejana: “Cuando fundó la Agencia de Noticias Fides, allá por
1963, le acompañé entusiasmado junto con Juan Carlos Salazar”. Así,
extremadamente precoz, Salazar aprendió el oficio en una sala de redacción y en
las calles junto con otros íconos del periodismo boliviano.
Durante
la campaña de Ernesto Che Guevara en Ñancahuazú el año 1967, una circunstancia extraordinaria,
que la vida reserva a personas excepcionales, descubrió, revela, su verdadera
vocación. Pensativo, a ratos acariciándose la barbilla, contó: “Tenía 22 años,
[…], trabajaba en radio Fides, fui por una semana [a Camiri], no se sabía que
estaba el Che Guevara, me quedé un año cubriendo el evento. Despertó mi
vocación por el periodismo, […], marcó mi vida profesional”. Todos lo
escuchábamos como los apóstoles a su maestro en Getzemaní.
Añadió:
“El corresponsal de DPA y EFE en Bolivia era Gramunt, ellos [ambas agencias] financiaron
el viaje de un enviado, [aportaron] a 500 dólares cada una, me fui con 1.000
dólares, volví con cambio para Gramunt. Él hacía tres versiones”. Fue uno de
los favoritos del Director de ANF, sus ojos y sus oídos. Después de retornar de
Europa, junto a Humberto Vacaflor y José Luis Alcázar, publicó “La guerrilla
que contamos”, un texto que todo aspirante a periodista necesita leer.
Tras
recibir el Premio Nacional de Periodismo en 2016, otorgado por la Asociación de
Periodistas de La Paz, la Universidad Católica Boliviana (UCB) publicó una
entrevista en la que Salazar del Barrio cuenta su formación académica: “Soy
periodista egresado de la primera promoción de la Universidad Católica, cuando
la carrera todavía se llamaba Instituto Superior de Ciencias y Técnicas de la
Opinión Pública. Recuerdo entre mis maestros al padre Luis Espinal Camps”. Cuenta
que la carrera se abrió para periodistas en ejercicio, que uno de los
requisitos era contar con cinco años de antigüedad y que él ya lo cumplía.
Asegura
que “el curso duró tres años exactamente”, que concluyó el año 1970 y que recibió
de manos de Monseñor Genaro Prata, el primer rector de la UCB, un diploma que
decía: “Técnico en Ciencias de la Comunicación” y que después lo homologó en el
Sistema de la Universidad Boliviana que le otorgó el título de Periodista en
Provisión Nacional, algo que generó cierto resquemor entre los periodistas de
aquel tiempo, pues la mayoría se había formado solo empíricamente.
Durante
la entrevista colectiva, en un aula del séptimo piso del edificio nuevo de la
UPAL, nombró a algunos de sus compañeros de curso: Ana María Romero de Campero,
Enrique Eduardo, Víctor Hugo Carvajal, Verónica Basaure y Jorge Mansilla Torres
(Coco Manto), todos respetados periodistas durante los años 70, 80 e, incluso,
90.
A
propósito de las nuevas generaciones, un colega le pidió un consejo, manifestó:
“No doy mensajes…, soy reacio, no me siento con autoridad para decirles qué hay
que hacer o no hacer, lo único que normalmente digo es: Si fuera joven, no
estudiaría Comunicación, estudiaría Ciencia Política u otra carrera afín y,
después, haría un curso de seis meses de Periodismo… Me parece necesaria la
especialización. El periodista no puede ser solo comunicador”.
Tras
la experiencia de Ñancahuazú, Gramunt de Moragas reconoció la evolución
profesional de su heredero, quien pasó a desempeñar funciones de corresponsal en
la agencia alemana de noticias DPA (Deutshe Presse-Agentur), además de sus
actividades regulares en Fides, la agencia y la radio. “Cuando terminó la
campaña, me quedé como corresponsal de DPA”, aseguró Salazar del Barrio.
Ya
con un título universitario, más de un lustro de experiencia periodística y una
intensa actividad reporteril, sobrevivió a la dictadura del coronel Hugo Banzer
Suárez. Narra que enfrentó situaciones complicadas: “Hacíamos periodismo.
Teníamos que ir al lugar de los hechos. […] Los periodistas solemos ser muy
osados”. Las circunstancias lo obligaron a salir en 1971 hacia Buenos Aires. Lo
habían elegido secretario de Libertad de Prensa de la Federación de
Trabajadores de la Prensa de Bolivia. Rememora: “No hacía política partidista,
era mi trabajo en la Federación de la Prensa; de 250 periodistas, salimos al
exilio 75 en la época de Banzer”. En tono reflexivo, remata: “Ahora las
presiones siguen siendo las mismas, al poder no le gusta el periodismo”.
En
Linkedin, Salazar expone con precisión su récord profesional: corresponsal de
DPA en Bolivia, Argentina, México, América Central y Cuba, entre 1967 y 1998.
En tal condición, cubrió los procesos de militarización del cono sur de América
Latina (1970-76), la guerra civil centroamericana (1980-92), el levantamiento
zapatista de Chiapas (1994); después dirigió desde Madrid el Servicio
Internacional en Español de la agencia DPA entre 1999 y 2010, por lo que tuvo
la oportunidad de informar sobre los primeros atentados yihadistas en Europa.
Entre julio de 1976 y diciembre de 1977, se desempeñó como editor internacional
del diario mexicano Excélsior. Tras retornar a Bolivia, cuando se jubiló,
colaboró un tiempo breve con ANF por solicitud de su maestro José Gramunt de
Moragas y, a partir de agosto de 2013, forma parte del Directorio de esta
institución.
Después,
virtualmente en contra de su voluntad, afirmó, dirigió durante tres años y
medio, entre septiembre de 2013 y diciembre de 2016, el periódico Página Siete.
Ahora es presidente “ad honorem” del Directorio de la FPP y da clases de las
materias Periodismo y Redacción de Noticias en la carrera de Comunicación de la
UCB desde febrero de 2012. Escribe cada 15 días; precisamente el 10 de octubre
recién pasado publicó en Página Siete: “Del modesto jersey a la chaqueta de
diseño”, un perfil que da cuenta de la transformación del líder de “proceso de
cambio” en el país.
Su
antecesor en este periódico, Raúl Peñaranda Undurraga, manifiesta: “Juan Carlos
‘Gato’ Salazar tiene infinidad de virtudes personales, desde un fino sentido
del humor, hasta una memoria prodigiosa y un tacto personal cálido y agradable.
Sus habilidades periodísticas son también numerosas, desde escribir un texto
noticioso en un par de minutos, hacer profundas entrevistas y dirigir equipos
de redactores con inteligencia. Pero donde destaca más es en sus habilidades
para escribir crónicas y perfiles y, en eso, es –sin duda– uno de los mejores,
sino el mejor del país. Las breves biografías que ha publicado de numerosas
personalidades bolivianas y extranjeras son piezas de una delicadeza, una
sensibilidad y una amenidad difíciles de lograr y, si a ello se suma la
profundidad de los enfoques, se tienen textos realmente entrañables”.
Esta
descripción profesional coincide fielmente con su perfil humano. Revela
escuetamente: “He cumplido 50 años de casado, una esposa, dos hijos, mi esposa
educó a mis hijos [mientras trabajaba], no me enamoré de nadie más. […] Soy
agradecido con la vida, me ha dado la oportunidad de vivir de lo que me gusta
hacer. Vivo de lo que me gusta, me pagaron por ello. No tengo ninguna
frustración, mentiría si digo que estoy arrepentido de algo, incluso el trabajo
en Página Siete, que fue el más difícil, lo recuerdo con mucho cariño”. Sus
palabras enseñan.
Tras una sesión
fotográfica, el sábado 12 de octubre, a las 13:00, se despidió de los
participantes del Diplomado. Sus enseñanzas me producen una agradable sensación.
Reflexiono sus palabras: “Me defino como periodista…”. Escuchar su testimonio
renueva mi apuesta por el mejor oficio del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario