Las tribulaciones de Nefur
El 20 de agosto corrió la triste noticia de que Nery Fuertes Reynaga, él firmaba sus obras como Nefur, había fallecido. Es una víctima más de la peste china que amenaza nuestras vidas, que nos ha recluido en nuestras casas y que ha cambiado el sentido de nuestras frágiles existencias. Un día antes de su deceso, había escrito en el WhatsApp de los Bolches (promoción 1980): “Me agarró el Covid-19. Duele mucho”.
Lo
vi por última vez durante el “Recital de Música y Poesía Édgar Dávalos” que un
joven aspirante a jesuita, a la sazón Director del colegio, organizó con los
muchachos de la promoción el sábado 15 de junio de 2019 en un galpón del
extenso terreno que el Juan XXIII tiene en Cocaraya. Aunque lo había visto
emocionado en una de las primeras filas frente al escenario, estreché sus manos
y lo abracé cuando finalizaba el festival. Lo saludé exactamente después de 38
años. La anterior vez que lo vi fue en diciembre de 1980 cuando recibió su
título de bachiller de manos de uno de los oxis de aquel tiempo.
Durante
el evento, grité sin éxito con algunos compañeros de los años 80 que Nery empuñara
una guitarra e interpretara alguna de las canciones de Víctor Jara, Quilapayún
o Savia Nueva. Le pregunté por qué no había actuado. Tímidamente respondió: “No
me he animado, hermano, no estaba preparado”. Destacó las cualidades de los
solistas, dúos y grupos que habían hecho vibrar a los asistentes con sus espectaculares
interpretaciones.
Tras
preguntarnos mutuamente qué había sido de nuestras vidas después de tanto
tiempo, pese a lo cauto y reservado que se mostraba sobre su vida privada (solo
me enteré que se había casado, que tenía una hija y que trabajaba en una
institución de la Gobernación de Cochabamba por la información que circuló a
propósito de su muerte), narró tres facetas de su existencia que deseo
compartir con ustedes. No sé qué de lo que relataré escuchó también Guido, pues
él se quedó en Quillacollo.
No
puedo decir que Nery fuera mi amigo en el Juan XXIII. Durante aquellos
memorables días, en silencio lo admiraba cuando retocaba alguno de sus
multicolores murales o cuando trazaba con pintura negra las imágenes de nuestra
Bolivia diversa y multicultural sobre la pared adjunta a las gradas que
conducían a los dormitorios colectivos de Cultura. Todos los días, desde antes
de la Navidad de 1984, cuando abandoné mi hogar de Villa Granado, pienso en aquellas
obras y mis pensamientos me remiten al gran Nery Fuertes Reynaga. Cuando nos
reencontramos, me di cuenta que –sin proponérmelo– todos estos años había
pensado en él. Por eso le pregunté cómo concebía, planificaba y plasmaba su
genio creativo. Sonrió tímida e irónicamente, sus palabras me dejaron
desconcertado: “Yo hacía lo que el Pica me decía, él era el de las ideas, yo
solo pintaba”. Para explicarme su respuesta, recordé que Miguel Ángel también
había pintado los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina por encargo.
Antes
de alcanzar la Circunvalación oeste, me contó que, años después (no precisó la
fecha), cuando retornaba de España, durante una escala en Asunción, las fuerzas
de seguridad del gobierno paraguayo lo secuestraron de las puertas del
aeropuerto Silvio Pettirossi, lo llevaron a una casa de seguridad, lo
torturaron para que delate a sus camaradas de combate hasta que, no supo
explicar cómo, logró escapar y llegar a una residencia de los jesuitas quienes
le ayudaron a llegar a Cochabamba. Frente a semejante relato y ante la
elocuencia de su discurso no sabía qué preguntarle. Ahora que Nery ha partido,
leo en su muro del Facebook un relato que titula “PATRIA O MUERTE, VOLVEREMOS”,
publicado el 6 de junio recién pasado. Este escrito me ayuda a comprender sus
apasionadas palabras. Ante la reacción de uno de sus lectores, respondió: “Suelo
incursionar a la literatura social acorde a los principios revolucionarios”.
Abajo, después de estas notas, reproduzco su texto para que comprendan al Nery
Fuertes Reynaga cuarenta años después de su éxodo del Juancho. Considero que es
su testamento político.
¿Por
qué –permítanme la primera persona del plural– nos conmueve la muerte de Nery? Por
su gran obra pictórica en nuestro Juan XXIII y por su consecuencia/lealtad con la
utopía de una sociedad sin clases y los ideales judeocristiano-revolucionarios que
un grupo de misioneros jesuitas de la catalana provincia Tarraconense inoculó en
él y miles de muchachos aprovechando las convulsiones de este pobre y abigarrado
país. Los recintos de la Comuna Pequeña Nueva Bolivia, a pesar de los ahora descoloridos
y raídos murales que Nefur creó, guardan esta atribulada historia.
El relato de Nery:
“PATRIA
O MUERTE, VOLVEREMOS”
En
el pabellón X se oye el deletreo condenado de los dolientes del juicio fraguado
en el documento inerte donde arden, cual hoguera clandestina, la esperanza y la
maldición.
“Culpable”
y “sedición” son las palabras anestesiadas y amordazadas que conculcan tantas
ilusiones y utopías devastadas, tantas mañanas que se tornan en un eterno adiós
del hoy, tantas luces apagadas en refulgentes olvidos.
Por
eso se sentía tan culpable, porque el pánico le hizo buscar un sólido apoyo al
cual aferrarse cual moribundo para conservar su emplazamiento personal y
mezquino, mientras el gigantesco y monstruoso golpe de Estado perpetuaba su
tarea: imponerse por la fuerza sin contemplar impedimento alguno, trazando
elipses de terror infinito que no conoce frontera.
Sentía
que no tuvo las agallas para combatir tanta farsa y que se quedaba (otra vez)
en el medio de su clasemediera condición rancia e incolora, punto poco concreto
en el que muchos han desistido, cavilando una razón para seguir creyendo haber
hecho lo correcto y así evitar que le hiele el frío gélido de la deserción
entumecida.
Sentía
que vivía como el permanente penitente de una libertad marchita y salía a la
calle aspirando el humo de la pena de una orden restringida tropezándose adrede
con los transeúntes junto a las arrugas de sus ojos cargados de metralla
jurándoles “perdón”. Pero a pesar de tantos esfuerzos, continuaba arrastrando,
como brisas de un tiempo sin horas, como dunas sin senderos, el agobiante
alarido del silencio estéril de la culpabilidad.
El
grupo de forenses lo encontró días más tarde, en su escarchada celda, asfixiado
en pastillas y aspirando, moribundo, el humo de la pena y la última llama de
una vida sin sentido, con una nota que dejó sobre la mesa del comedor en la que
se podía leer entre cercos de lágrimas y con mucha dificultad: “Patria o
muerte, volveremos”.
Sus
compañeros del pabellón X mantenían sus poros temblantes ante la nocturna
lascivia de los astros, edificando nuevos juicios anestesiados, enmudecidos,
sospechando que la libertad de sus conciencias traspasaba las órbitas de la
esperanza reprimida y se disponían a sus quehaceres cotidianos respirando
nuevos bríos de una esperanza como fanal en las tinieblas.
/__________©Nefur,
7/06/2020.
Buen mensaje. Nuestro compañero Nery nos dejo muchas lecciones de vida. Honor y gloria. Estamos en deuda con Nefur y con Nery. Saludos
ResponderEliminarNery un gran amigo poeta ,artista carismático pero sobre todo un gran ser humano lo extrañare siempre 😢
ResponderEliminarQuien vive?!!
ResponderEliminar¡NERY FUERTES REYNAGA!!!!
A SI SE EXPRESABA ENTRE RISAS SE PODIA SENTIR SIEMPRE SU SENTIDO DEL HUMOR , CUANDO ESTAS FRASES SALIAN DE UN TEMPLO EVANGELICO QUE SE ESCUCHABA HASTA NUESTRA CASA, PERO EL ORIGINAL ERA : " QUIEN VIVE!! A SU NOMBRE ( DECIA EL PASTOR) Y LOS HERMANOS CONTESTARIAN CRISTOOO!......, COMO VERAN EL LO CAMBIABA POR SU NOMBRE JAJAJAJA....
COMO LE EXTRAÑAMOS A NUESTRO NERY !! 🥰👏👏👏FUE UN GRAN PADRE, ESPOSO, AMIGO Y MAESTRO DE TODOS!!